Durisima noticia para Monica Sanchez tras agredir a las hijas de la PNP
Dicen que la justicia divina nunca falla, aunque a veces se haga esperar. Y en el caso de Mónica Sánchez, aquella actriz que un día se creyó dueña de la verdad absoluta y arremetió con insultos y desprecios contra la Policía Nacional del Perú, la factura le llegó… y con intereses. Lo que parecía un simple arrebato de soberbia frente a las cámaras se ha convertido hoy en el símbolo de su propio declive. Porque cuando se juega con el respeto a quienes velan por la seguridad del país, la vida siempre cobra venganza.
El pasado 15 de octubre, durante la violenta marcha convocada por grupos radicales y disfrazada de “manifestación pacífica”, Mónica Sánchez, junto a sus inseparables compañeros de indignación Tatiana Astengo y Lucho Cáceres, decidió salir a las calles a lanzar improperios contra la Policía. Entre pancartas y gritos altisonantes, se jactaban de “defender la democracia”, pero lo que mostraron fue una vergonzosa falta de respeto hacia los agentes que, bajo el sol, el humo y las piedras, solo cumplían su deber: proteger el orden.
Mientras los verdaderos héroes de uniforme recibían agresiones, insultos y pedradas, los llamados “artistas del pueblo” se daban el lujo de posar ante las cámaras. Pero el karma, como dicen, no perdona a los soberbios, y hoy Mónica Sánchez vive su propia caída pública.
La serie Eres mi bien, de Latina Televisión, en la que participa junto a David Villanueva y Paul Martin, debía ser su gran regreso a la pantalla. Sin embargo, el público —ese mismo que ella menospreció con sus declaraciones arrogantes— le ha dado la espalda. Los números no mienten: apenas 3.3 puntos de rating. Una cifra humillante para una actriz que alguna vez fue rostro estelar de la televisión nacional.
Mientras tanto, programas de entretenimiento como Esto es Guerra arrasan con más de 18 puntos de audiencia, demostrando que el público peruano sabe muy bien a quién premiar y a quién castigar. La comparación es abrumadora: mientras Mónica se hunde, el reality sube como la espuma. Y no hay excusas, ni campañas, ni discursos que puedan revertir el castigo del público.
Pero más allá del rating, lo que duele es la pérdida de credibilidad. Mónica Sánchez, quien alguna vez fue símbolo de ternura en telenovelas familiares, hoy representa para muchos peruanos la arrogancia y la falta de humildad de cierto grupo de artistas que viven en su burbuja ideológica. En vez de pedir disculpas por sus palabras ofensivas hacia los agentes del orden, prefirió victimizarse, acusar “malinterpretaciones” y seguir lanzando indirectas en redes sociales.
Sin embargo, la opinión pública no olvida. La marcha del 15 de octubre terminó en violencia, destrozos y tragedia: un joven fallecido, 89 policías heridos, más de 20 civiles lesionados y 10 detenidos. Un caos absoluto. ¿Y dónde estaban entonces los artistas indignados? Callados. Ninguno salió a solidarizarse con las víctimas ni con los policías que terminaron hospitalizados.
— sin mermeladas (@sinMermeladaspe) October 29, 2025
Hoy, cuando los números la golpean y su carrera parece en caída libre, muchos ven en este revés un acto de justicia divina. La audiencia no castiga por capricho: castiga porque se cansó del doble discurso, de la hipocresía disfrazada de activismo. Mónica Sánchez, la que alguna vez hizo llorar a millones con su actuación, hoy hace que cambien de canal.
Así es la vida: el respeto se gana con acciones, no con discursos, y quien siembra desprecio, cosecha olvido. La justicia terrenal puede tardar, pero la justicia del público y la divina, esas sí, siempre llegan a tiempo.



