Mira lo que Mario Vargas LLosa nunca quiso que nadie se entere
El mundo del corazón y la alta sociedad ha quedado completamente sacudido. Isabel Preysler, la eterna “reina de corazones”, ha decidido hablar, y lo ha hecho como nunca antes. Su reciente libro Mi historia verdadera, lanzado el 22 de octubre, no solo es un recorrido por su glamorosa vida amorosa, sino una bomba de relojería que ha estallado en la memoria de quien fuera uno de los escritores más respetados y polémicos del planeta: Mario Vargas Llosa.
La socialité filipina, que durante años guardó silencio frente a las versiones y rumores, ha abierto su baúl más íntimo y ha revelado las cartas secretas del Nobel, documentos que, según ella misma confiesa, “guardó como testimonio de un amor que fue tan brillante como tormentoso”. Lo que nadie esperaba era que entre esas líneas escritas con la letra elegante de Vargas Llosa se escondiera el secreto que el escritor quiso llevarse a la tumba.
Cartas de amor… y de dolor
En total, ocho cartas han salido a la luz: cuatro del inicio del romance y cuatro del final. En ellas, Vargas Llosa muestra una faceta completamente desconocida: vulnerable, apasionado, casi adolescente. En una misiva fechada el 21 de marzo de 2015, el autor de La ciudad y los perros le confiesa a Isabel:
“Tú has cambiado mi vida, Isabel. Me has devuelto una ilusión que creía perdida. No sé si merezco tanta felicidad.”
Pero esa felicidad tendría fecha de caducidad. La relación, que duró entre 2015 y 2022, fue tan intensa como mediática. Según la periodista Pilar Eyre, la familia del escritor nunca aceptó el romance, al considerar que “Isabel fue la razón de la ruptura definitiva del matrimonio con Patricia Llosa”. Magaly Medina recordó en su programa que el primer beso de Vargas Llosa e Isabel ocurrió en una fiesta privada, mientras ambos aún formaban parte de círculos familiares comunes.
“Fue un reencuentro que cambió todo”, contó la conductora. “A partir de ese momento, el Nobel se convirtió en protagonista de la misma prensa rosa que él tanto criticaba.”
El secreto revelado
Pero lo que más ha conmocionado al público no son los detalles románticos, sino la confesión final de Isabel Preysler en su libro. En una carta que nunca antes había sido revelada, escrita por el propio Vargas Llosa, el Nobel admite algo que pocos sospechaban:
“No puedo vivir entre dos mundos. A veces pienso que mi corazón sigue en Lima, aunque mi vida esté contigo. Esa es mi condena.”
Una frase que ha hecho temblar los cimientos del clan Llosa. Según fuentes cercanas a la familia, esa declaración —que Isabel guardó durante años— fue la razón real por la que el escritor decidió marcharse “de un día para otro”, dejando la casa sin explicación.
“Esa fue su manera de decir adiós sin decirlo”, comenta Isabel en su libro. “Yo solo supe que ya no volvería, y así fue.”
El final de una novela
La última carta incluida en el libro es demoledora. Isabel escribe con el corazón roto, pero con la firmeza de una mujer herida:
“Mi casa no es un hotel. No puedo soportar tus idas y venidas sin una explicación. Si te vas, que sea para siempre.”
Poco después, Vargas Llosa habría prometido dedicarle su novela Te dedico mi silencio, pero la historia dio un giro inesperado: la dedicatoria final fue para su exesposa, Patricia Llosa.
Magaly Medina no dudó en calificar el hecho como “una venganza literaria” y lanzó una frase que ya recorre las redes:
“Varguitas terminó siendo personaje de la misma farándula que tanto despreciaba. El amor lo volvió portada, y la vanidad lo hundió.”
La última palabra de Isabel
En medio de la tormenta mediática, Isabel asegura que su intención no fue lucrar con el escándalo, sino “contar su verdad”.
“Durante años se dijo de todo, y yo callé. Hoy hablo porque nadie debería escribir mi historia por mí”, confiesa.
Sin embargo, para muchos, Mi historia verdadera es mucho más que un libro: es la estocada final a la memoria de un amor que marcó una época, y que ahora, tras la muerte del Nobel, deja al descubierto un secreto que él jamás quiso admitir en público: que amó a Isabel Preysler tanto como amó la literatura, pero nunca pudo desligarse de su pasado.

El mundo entero comenta la revelación. Los titulares arden. Y mientras la familia Vargas Llosa guarda silencio, Isabel sonríe con esa serenidad que solo tienen quienes han esperado años para decir su verdad. Porque esta vez, la última palabra la tuvo ella.



